Ágata (una revisión)


Ya había hablado sobre esta piedra preciosa, pero quisiera agregar algunos datos.

Según su coloración, se le asignaba ya desde los tiempos más remotos una relación con la Luna o con el planeta Mercurio. Los hombres reconocían en sus vetas figuras de las doctrinas de los dioses, y le atribuyeron poderes mágicos: se decía que alejaba el mal tiempo, impedía el desborde de los ríos, favorecía a los atletas y estimulaba eróticamente a las mujeres.


Yo había contado ya que en "Physiologus" paleocristiano se señala que los pescadores de perlas ataban un trozo de ágata con un hilo y lo sumergían en el mar; "el ágata va hacia la perla y no retrocede"; entonces los buzos seguían el hilo y recogían la perla. En esta alegoría, la perla simboliza a Cristo, y el ágata representa a San Juan, "porque nos mostró la perla espiritual con las palabras: ved, éste es el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo".


Lonicerus (un naturalista medieval) escribía que el ágata colocado sobre la cabeza de un durmiente, le provocaba sueños muy desagradables.


Jean de Mandeville le atribuía el poder de volver ingenioso y elocuente a quien poseyera esta piedra.


Pseudo-Alberto Magno (1581): aquí se lee que el ágata de vetas negras ayuda a superar los males y "confiere fuerzas al corazón y hace que un hombre violento se vuelva amable y sea querido por todos; también le hace alegre y le ayuda (contra) las cosas adversas".

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